Realizar una profilaxis dental de manera regular no es simplemente un hábito recomendable, sino una necesidad para mantener la salud bucal en su mejor estado. A menudo, los pacientes argumentan que se cepillan los dientes con regularidad como justificación para no someterse a una limpieza dental profesional. Sin embargo, incluso con una buena higiene bucal, es inevitable que se acumule placa bacteriana y sarro en áreas de difícil acceso, como la línea de la encía y el cuello de los dientes.
Antes de llevar a cabo una profilaxis o limpieza dental, es fundamental realizar una evaluación exhaustiva del estado de salud oral del paciente. Este primer paso del tratamiento implica examinar minuciosamente la boca del paciente para detectar cualquier problema que requiera atención especial durante la limpieza.
El objetivo principal de esta valoración clínica es identificar las zonas que necesitan un tratamiento más detallado y específico. También nos permite evaluar si hay alguna otra afección oral que requiera ser tratada antes o durante la limpieza dental.
La acumulación de sarro es una de las consecuencias más graves de descuidar las visitas para una profilaxis dental regular. El sarro proporciona un ambiente ideal para la proliferación de bacterias que pueden dañar tanto los dientes como las encías. Si no se elimina, puede desencadenar problemas como la gingivitis (inflamación de las encías), halitosis (mal aliento) e incluso periodontitis, una afección que afecta los tejidos que sostienen los dientes y, si no se trata adecuadamente, puede provocar la pérdida dental.
Además de los problemas de salud bucal, la acumulación de sarro también puede tener un impacto negativo en la estética dental. Las manchas intrínsecas que se forman por diversas razones pueden afectar la apariencia de la sonrisa y la autoestima del paciente.